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28-10-2022 | Bodegas | 0 Comentarios

El sabor de lo auténtico en la Bodega Juan Piñero

La bodega de Juan Piñero, tras un precioso patio con parra incluida, la forman dos naves en forma de cruz, sin “crucero”, sin cruzarse, una tras otra. Ya dentro, llama la atención la limpieza de la bodega, con altos arcos inmaculadamente blancos. En el suelo, a medias de albero, notamos la humedad fresca de haber regado recientemente. Aún en octubre, siguen regando el albero del suelo. En la nave travesaña, paralela al rio, se crían las manzanillas en siete clases —siete escalas—. Tras pasar por esa portentosa escala, resulta una excepcional manzanilla pasada Maruja, la mítica marca portuense proveniente de Terry. Tiene un color de oro viejo, y la finura y la estructura de sus ocho años de envejecimiento. La probamos generosamente, junto a una manzanilla de la quinta clase — cuarta criadera—, rebosante de juventud y de aromas, y de ganas de jugar con algún aperitivo fresco y ligero.

Los vinos viejos se crían en la otra nave bodeguera, la que está perpendicular al rio. Olorosos rociados con primera yema, amontillados con 8 años de crianza biológica —“La que le da la personalidad al amontillado”, nos ilustra Joaquín, el capataz de la bodega—. Amontillados, finalmente de doce años, junto a palos cortados auténticos, de los nacidos de una forma de trabajar artesanal, en donde cada bota tiene su personalidad, y por eso, por esa rica diversidad, algunas se extravían, buscan lo diferente, pierden el norte, y el capataz las aparta, diferentes, y las marca con la cruz. ¿Dónde está el criterio para esta decisión trascendental? “En la manzanilla mantecosa”, una textura especial, algo que solo conoce en profundidad Joaquín. Son dos o tres botas por cada cien. El auténtico Palo Cortado.

Catamos y brindamos junto a Mercedes Cantos, actual Presidenta de Bodegas Juan Piñero S.L que sigue la línea bodeguera de Juan, con el mismo brío y pasión. Como no podía ser de otra manera, todos miramos al cielo en memoria de Juan, con una de sus joyas, con la dorada manzanilla Maruja. Fruto del afán emprendedor de Juan, de su fogosidad empresarial y de su amor a los vinos de la zona, tenemos estas joyas en la Bodega Juan Piñero. El Ateneo se acuerda de él, y le da las gracias. ¡Por ti, Juan!

 

 

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